Medicina & Arte

quinta-feira, dezembro 24, 2009

FORMAÇÃO/INFORMAÇÃO

En los últimos años la prevalencia de la diabetes va en aumento, una situación que incide en el conjunto de las enfermedades cardiovasculares (aunque haya una mejoría ajustada por edad y sexo, realmente el número total está aumentando).

Según ha recordado José Redón, jefe del Servicio de Medicina Interna del Hospital Clínico Universitario de Valencia y coorganizador de la II Conferencia Internacional sobre la Combinación en el Tratamiento de la Hipertensión, Dislipemia y Diabetes Mellitus, celebrada en Valencia, "los diabéticos fallecen de enfermedad cardiovascular. Para acotar ese riesgo es necesario tratar bien la hipertensión, los lípidos y controlar lo mejor posible desde el principio el metabolismo hidrocarbonado".

Por tanto, uno de los objetivos fundamentales es mejorar su abordaje para minimizar esta doble realidad. Con abordajes previos, en muchas ocasiones no era suficiente el arsenal farmacológico y había que pasar muy rápido a la insulina o, debido a problemas con el tratamiento, los pacientes ganaban peso o presentaban hipoglucemias. Sin embargo, en los últimos años se han desarrollado una serie de fármacos que inciden en nuevos mecanismos de control de la glucosa, como los inhibidores de la DPP-4 o los agonistas de la GLP-1.

Glucemia basal
Redón ha destacado que "el gran desarrollo que en los últimos tres o cuatro años ha presentado la combinación de metformina con los nuevos inhibidores, especialmente con los de la DPP-4, ha permitido un cumplimiento mucho mejor del tratamiento y más eficacia en la reducción de los niveles de glucosa, sobre todo porque inciden tanto en la glucemia basal como de la posprandial. Este abordaje "puede mejorar el riesgo cardiovascular, aunque no se puede afirmar con rotundidad".

Se están poniendo en marcha diversos estudios "que tratarán de comprobar si realmente el riesgo, en especial el macrovascular, disminuye con este tipo de combinaciones con metformina".

Aún queda tiempo
Ha añadido que en la práctica el triple objetivo que persiguen las diversas iniciativas es comprobar si ese abordaje, al margen del control de la glucemia, es capaz de reducir la mortalidad, la incidencia del infarto de miocardio -mortal y no mortal- y la de los accidentes cerebrovasculares. En opinión del experto, deberán pasar unos cinco años "para empezar a tener datos sólidos".